Ella
Tez blanca como la nieve.
Colmillos afilados que desgarrarán tu cuello
Ojos en los que se vislumbra el deseo.
Belleza que no se puede describir solo con palabras.
Es ella, ese ser inmortal llamado vampiro que se alimenta de la sangre de aquellas personas ingenuas que le muestran un centímetro de cuello.
Mordisco limpio y directo a la yugular que te mata rápidamente, pero antes de morir notas como tu sangre ya no te pertenece, ya no está en tu cuerpo, está en el de ella.
La única manera de matarla es clavándole una estaca directamente en el corazón.
Muchos lo han intentado, pero nadie lo ha conseguido, porque se quedan eclipsados, admirando tanta belleza en una sola mujer.
En ese segundo que bajan la guardia, ella de un salto, ataca al cuello y les chupa toda la sangre.
Lo último que ven sus ojos es a la mujer más hermosa que haya pisado la tierra, arrebatándoles la vida de un solo y certero mordisco.
Aquí estoy, delante del ataúd, dispuesto y mentalizado para matarla, para arrancarle la vida como ella lo ha hecho con tanta gente inocente, ya sean hombres, mujeres o niños.
Debo darme prisa, faltan pocos minutos para que anochezca.
Llevo la estaca en la mano, de un solo golpe se lo clavaré en el corazón.
Abro el ataúd y la veo ahí tendida, durmiendo con su precioso vestido negro, estirado de una forma muy cuidadosa.
Me quedo impresionado al verla.
Es bellísima.
Levanto la estaca, pero no soy capaz de clavársela.
Creo que me he enamorado.
Sin darme cuenta ya ha anochecido.
Sin tiempo de reaccionar, ella abre los ojos, se lanza a mí y… me muerde.
